Hace dos años que empecé a competir en ultramaratones. Ciertas cosas se volvieron habituales en mí: madrugar para hacer un fondo de muchas horas por la mañana, probar diferentes alimentos y bebidas para prolongar el combustible que el cuerpo necesita y buscar el calzado que resista tanta carga de kilómetros.
En esto último incorporo algo que es imprescindible para cualquier corredor de fondo y son las plantillas. En mi caso hubo un antes y un después a hacerme el estudio de la pisada y estrenar mi primer par de plantillas. Lo primero que noté fue que los dolores de rodilla y tobillos desaparecían. También el dolor de cintura, que no casualmente regresaba para avisarme que ya era tiempo de hacerme un nuevo par de plantillas.
Hoy las considero el accesorio más importante para prevenir lesiones. No mido su vida útil en meses o años, sino en kilómetros: antes de cumplir los 1000 llega el momento de cambiarlas.
La fisiología y biomecánica de cada corredor es prácticamente única. Me parece una picardía que haya atletas que compren plantillas prefabricadas, creyendo que un producto se puede amoldar al pie de cualquier atleta. Ni siquiera yo piso igual que cuando me hice mi primer par. La pisada se fue ajustando mientras mi técnica mejoraba. Las plantillas me acompañaron en cada ultra que hice y en cada entrenamiento. Difícilmente podría hacer 130 km semanales sin ella.
Martín entrenó durante 3 años para prepararse para el Spartathlon, haciendo trabajo de fuerza y fondos que promediaron los 300 km mensuales. A fines de septiembre de 2014 viajó a Grecia y unió los 246 km que separan las ciudades de Atenas y Esparta en 35 horas 45 minutos.
Martin Casanova
Ultramaratonista